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Dr. Marko Rezic: Un Viaje de Fe y Vocación en FenixSalud
A mediados de los sesenta, una pareja croata huyó de la antigua Yugoslavia hacia Francia. Con un bebé de cinco meses en camino, decidieron asentarse más adelante en un país muy distinto y lleno de oportunidades: Venezuela. Esto explica el origen del apellido y las características físicas del Dr. Marko Rezic Skiljo, uno de los cirujanos oncólogos y mastólogos más apreciados y respetados de Fénix Salud.
“Soy criollo, criollito”, asegura mientras disfruta de un café y nos cuenta que su vocación comenzó desde muy pequeño. Con buenas notas y mucha convicción, en su aplicación para la universidad solo llenó una casilla: “Medicina o medicina, no quería nada más… Salí de la UCV, luego hice el internado rotatorio durante dos años en el Hospital de Clínicas Caracas, con pasantía en Margarita. Después, tres años de cirugía en el Hospital General del Oeste y tres años más de cirugía oncológica en el Hospital Padre Machado; y ahí me quedé justo hasta ahora, en el servicio de ginecología.”
Entonces, ¿cómo llegó a ser uno de los fundadores de Fénix? Podríamos decir que fue casi un llamado espiritual: “Mi papá conoció al Padre Pío, ¡una cosa insólita! Cuando él se fugó de la antigua Yugoslavia, estuvo en un campo de refugiados en Trieste, y allí lo fue a visitar un cura: ese era el Padre Pío. Resulta que el Padre Pío nunca salía de su abadía. Tenía varias características, una de ellas era la teletransportación. También le escribía a mi papá cartas en croata, a pesar de ser italiano y desconocer el idioma”.
Tras esa historia, cuando llegó la propuesta de un colega, el Dr. Enzo Sbardella, para comprar acciones en una clínica llamada “Padre Pío”, se entusiasmó: “Aunque fue pura casualidad, le comenté a mi papá y me salió con esa historia… Y bueno, me dio confianza y compramos aquí. Pero al final fue un mal negocio, no tuvo el arranque que uno esperaba”.
Recuerda el Dr. Rezic que la clínica cambió, aunque por poco tiempo, a “Fian Salud”. Finalmente, llegó Oscar Santamaría con un nuevo proyecto, el cual, después de tantos golpes, era visto con escepticismo: “¿Qué más podíamos perder? Junto con Rita y Canorea nos montamos en este tren, y fue una grata sorpresa, pues de ahí en adelante empezamos a crecer. Empezamos de cero, cero, cero. Es más, no teníamos dónde esterilizar, y Oscar mismo llevaba las cajas a otra clínica cercana para esterilizar los instrumentos… y mira dónde estamos hoy: el ambiente excelente, el personal, los compañeros… Pero el concepto de solidaridad para ayudar al paciente es lo que más me ha gustado”.
Según sus compañeros, su caminar pausado describe a la perfección su carácter tranquilo. Nunca pierde la paciencia ni se estresa, aunque llegue tarde. En el quirófano es centrado y muy seguro; en consulta, es compasivo y se preocupa por sus pacientes, brindándoles siempre calma. Todos coinciden en su gran calidad humana: “Ayudar a un paciente, hacerlo bien, eso me llena, me reconforta… Pero bueno, queda mucho por hacer, y espero poder seguir aquí ayudando”.
